El “partido anulista” y la estafa del voto nulo




En México existe un partido político amorfo que no responde a la lógica formal-legal institucional, por ello es que no se le identifica como tal partido político, sin embargo, material y prácticamente ejecuta un plan de acción política en base a un programa que da respuesta a una declaración de principios, cuenta con cuadros dirigentes, militantes, simpatizantes y adherentes que apoyan su causa y se encargan de sumar voluntades.

Éste partido político amorfo no cuenta con estatutos ni con estructura orgánica, tampoco recibe prerrogativas del estado aunque se encuentra muy bien financiado con dinero de procedencia PRIvada, recursos que por su origen no pueden ser auditados ni siquiera conocidos. Tampoco tiene un emblema que vaya a aparecer en las boletas electorales, aparentemente sus militantes no aspiran a cargos de elección popular ni a formar parte de la estructura de gobierno, pero las manifestaciones de respaldo a favor de dicho partido sí se verán reflejadas en los resultados electorales.

Se trata del que denominaré “Partido Anulista Abstencionista de México” o simplemente “partido anulista”. Dos de los más conspicuos dirigentes de éste “partido anulista” son la doctora Denise Dresser (@DeniseDresserG), profesora del ITAM y el doctor José Antonio Crespo (@JACrespo1), profesor del CIDE. Junto con ellos muchos otros “intelectuales” orgánicos y “académicos”, la gran mayoría de ellos con acceso a medios de comunicación masiva (periódicos, radio y televisión) componen la cúpula del “partido anulista”. En cuanto a sus militantes, simpatizantes y adherentes son de procedencia ideológica variopinta que van desde los más recalcitrantes neoliberales hasta los más recalcitrantes “comunistas”, quienes (si bien intentan explicaciones distintas) abiertamente apoyan la causa y el objetivo común del “partido anulista”.

El objetivo del “partido anulista” es influir en las decisiones políticas a través del voto nulo, para ello proponen concretamente a sus militantes que el próximo 7 de junio de 2015 salgan a anular su voto, aseguran que el voto nulo y masivo, además de ser un castigo para los partidos políticos gobernantes, es una manifestación abierta y sin rodeos de rechazo hacia la clase política, la partidocracia y la institucionalidad ineficiente, según la visión del “partido anulista” el voto nulo es una protesta legal y pacífica pretendidamente efectiva contra la corrupción, la ilegalidad, la impunidad y la simulación democrática. El “partido anulista” afirma que mientras más votos nulos se obtengan, más efectiva será la protesta y más fácil será la consecución de su objetivo: influir en las decisiones políticas de gobierno.

Aunque la propuesta política del “partido anulista” resulta atractiva para un amplio segmento de la población, ella no aspira a cambiar el sistema político mexicano ni se plantea realizar modificaciones sustanciales de mayor calado, por ejemplo, económicas.

Sin embargo, el grave problema insalvable del “partido anulista” es que se funda en algunas falacias, es decir, razonamientos que con apariencia de lógicos no son verdaderos. De allí que el objetivo del “partido anulista” se encuentra afectado de origen, viciado desde su fundamento y por lo tanto constituye una estafa a los ciudadanos que opten por dicha opción.

En primer lugar, el “partido anulista” parte de la premisa negada por los hechos de que TODOS los partidos políticos y sus candidatos SON IGUALES, lo que ni es exacto ni es verdadero. Esta falacia que se encuentra en el núcleo de la propuesta del “partido anulista” refleja una falta de seriedad además de una pereza mental, cívica y política. En lugar de proponer el voto informado, la participación activa de la sociedad en el flujo de la información en torno a los candidatos y sus trayectorias; en torno a los programas, planes y propuestas de gobierno de cada partido político, el “partido anulista” simplemente generaliza ad absurdum y reduce todo su argumento a la suposición de que tanto los partidos políticos como los candidatos son todos iguales, de ese modo el payaso lagrimita no se distingue del candidato Enrique Alfaro, tampoco se distingue al Partido Acción Nacional del Partido Político morena, lo que evidentemente es absurdo.

Pero, como si no fuera suficiente con la reductio ad absurdum, el “partido anulista” yerra también cuando supone que la causa que origina su protesta puede cambiarse a sí misma por el sólo hecho de hacerle saber su naturaleza. En otras palabras, el “partido anulista” o bien es ingenuo o es ignorante o extrae conclusiones equivocadas de los procesos políticos, por ejemplo, suponen que la actual reforma política fue producto del abstencionismo/anulacionismo de la elección próxima anterior a dicha reforma, sin embargo, la historia de la reforma política se remonta, por lo menos, a la fallida elección federal de 2006, donde el principal actor no fue el “partido anulista”, o sea que, los cambios legislativos más importantes son producto de otros procesos político-sociales que nada tienen que ver con el “partido anulista” sino que son reflejo de la tensión real y efectiva entre partidos políticos de gobierno, partidos políticos opositores y movimientos sociales, en palabras llanas: son resultado efectivo de la acción política activa mas no el fruto del voto nulo.

Otra falaz imprecisión, por no decir mentira flagrante, que nutre al “partido anulista” consiste en suponer que no existen alternativas factibles que resuelvan los problemas planteados, precisamente como consecuencia de las dos falacias ya señaladas. Así, si todos los partidos y candidatos son iguales, y si el voto nulo logró la reforma política, entonces resulta lógico que la única alternativa sea el voto nulo, el voto por el “partido anulista”. No obstante, existen por lo menos tres alternativas viables al voto nulo que son: 1) el voto ciudadano, esto es, la opción a favor de los candidatos ciudadanos, por ejemplo, el caso de “El Bronco” en Nuevo León. 2) el voto útil, esto es, la opción a favor de los candidatos que no siendo independientes se encuentran en posibilidad de triunfar ante los candidatos “tradicionales” por llamarlos de algún modo, es el caso de Enrique Alfaro en Guadalajara. Por último, 3) el voto masivo por morena.

La última alternativa resultará, quizás, la más chocante, pero es la opción por la cual me inclino (aunque a nivel local y municipal he debido echar mano de las otras dos alternativas), toda vez que históricamente se ha demostrado que morena es la opción política que de manera constante ha mantenido una línea contraria al sistema político “tradicional”, aunque es cierto que todavía es perfectible ello no significa que no sea viable.

Por todo lo aquí manifestado, me queda claro que la opción del “partido anulista”, por estar fundada en imprecisiones falaces, cuando no en viles mentiras, es una opción nula; el voto nulo es una estafa que en términos reales es un colaboracionismo encubierto con el sistema político “tradicional” contra el cual se pretende protestar, pero, en los hechos, no se le causa mayor daño, con razón la propuesta anulista encuentra tanto eco entre los medios de difusión ligados al régimen de partidos y de políticos “tradicionales”. Contra la estafa del voto nulo también existe la organización popular, pero este es un tema que habrá que tratar en otro momento.

Antonio Degante
02/06/2015

Comentarios

Rubén ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rubén ha dicho que…
Te equivocas al meter en el mismo saco a anulistas y abstencionistas, es claro que el significado de una y otra posición difieren: El anulista está de plácemes con la legislación electoral, la constitución y partidocracia, simplemente que no encuentra un candidato idóneo al cual apoyar con su voto. El abstencionista abomina de la legislación electoral, constitución, instituciones (partidos políticos entre ellas) y se niega a participar, coludiéndose, del régimen.
Como curiosidad, aquí la posición en que queda un burócrata, -en este caso un gobernador- que no ha sido votado y por tanto carece de legitimidad y autoridad: https://m2.facebook.com/story.php?story_fbid=794938230574757&id=451401018261815&_rdr
Está como las víboras cuando cambian de piel: expuestas a que el piquete de un mosquito las mate. Este sujeto no aguantó ni un escrache de unos jovencitos. Así es como un abstencionista quiere dejar a pseudorepresentantes: desnudo y reducido a su real tamaño.

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