Una opinión muy personal sobre un diario progresista de México*



Miren lo que son las cosas y constaten por ustedes mismos el nivel de degradación a que hemos llegado.

En estos tiempos canallas en los que la ausencia de compromiso es reflejo de una degradación real, me encuentro con una sorpresa que para cualquiera pasará desapercibida.

Durante años he sido lector del que considero el diario más progresista de México, donde escriben la mayoría de los intelectuales honestos que aún existen en México, lugar donde uno todavía encuentra información más apegada a la realidad de los hechos, no sólo en el nivel formal sino a nivel material. Donde a veces, incluso, es posible hallar la voz de los sin voz.

Estoy consciente de que son esas mismas cualidades del aludido diario las que lo ponen en peligro de extinción por una razón que todo mundo conoce: la económica.

Para publicar un diario, necesariamente se requieren, primero: el material para producirlo: papel, tinta, máquinas impresoras, por supuesto la información. Luego se requiere personal que haga operar esas máquinas y que proporcione y ordene la información. Se requieren reporteros, fotógrafos, corresponsales, redactores, correctores, etcétera. Se requiere, quizá, del apoyo de agencias informativas. También se requiere de distribuidores, personas que lleven el diario hasta los puestos de venta. Todo esto no se puede pagar simplemente por el costo del diario, su precio al público apenas representa una parte del costo real de producción. La gran mayoría de los diarios, si no es que todos, dependen también de la publicidad. Resulta que ese diario a que vengo aludiendo, durante muchos años ha padecido un boicot publicitario, en sus páginas no encontramos a los mismos anunciantes que se anuncian en otros diarios ni tampoco encontramos tantos anuncios ni tan vistosos como en otros diarios.

Así pues, la vida de este diario que vengo aludiendo es prácticamente una sobrevivencia. Es un diario que comenzó como una cooperativa, pero que pronto se transformó materialmente en una empresa. Hoy, como empresa, ese diario seguramente está pasando una enésima crisis económica. Lo he notado porque ahora también introducen publicidad encubierta, totalmente legal, eso sí.

Esa publicidad encubierta es parte de la degradación real a la que aludí al principio. Sé que es un mecanismo de supervivencia del propio diario y como se trata de información, a final de cuentas, no es grave si le considera como simple y mera información.

Una cosa debe quedar clara. En ese diario también hay infiltrados. ¿A qué me refiero con infiltrados? Me refiero a todos aquellos que aunque trabajan en el diario, no trabajan para el diario, sino en el mejor de los casos trabajan para sus propios intereses, en el peor, trabajan para aquellos intereses que quieren acabar con el diario, y no pueden (no han podido). Es difícil denunciarlos por nombre y apellido, en primer lugar porque hasta el momento no tengo copia de ningún contrato de infiltración, ¿acaso existen los contratos de infiltración? Expliquemos porque no existe tal cosa como un contrato de infiltración: puesto que un infiltrado lo que menos quiere es ser descubierto como tal, por ello no acostumbra firmar contratos de infiltración. Otra dificultad a más de no tener a la mano ningún contrato de infiltración es que tampoco tengo sus estados de cuenta, eso suponiendo que obtengan algún pago por la actividad que realizan y también suponiendo que alguien pudiera obtener tales secretos estados de cuenta; muchas veces no será necesario recibir un pago, basta con ser amigos, compadres o hasta meros invitados en los convites de sus patrones, es decir, los interesados en acabar con ese diario, ¿acaso hay mejor paga para un infiltrado que la amistad de aquellos a quienes sirve? Sí la hay, pero como ya he dicho, lo que menos desea un infiltrado es ser descubierto como tal, de manera que hará lo posible y necesario para que no haya modo de descubrirlo como tal. Pero esto siempre encuentra un punto de toque: los hechos. Por sus actos los conoceremos.

Llegado a este punto de mis propias reflexiones me pregunto si aquello que me motiva a escribir esto no sea simplemente una defensa del diario contra los infiltrados.

Pues como hasta el momento no hay nada explícito por parte del diario, y como estos son tiempos canallas, no me queda más que reiterar que aquello que me causó tal agravio se encuentra en la edición de hoy (no sé desde cuándo vendrá, pero apenas la vi hoy) en un pequeño, casi imperceptible, recuadro que dice así:

La opinión de columnistas y articulistas… no representa, necesariamente, la opinión del diario.

Antonio Degante


*Nota: Mi opinión no representa, necesariamente, la opinión de los lectores del aludido diario.

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