morena, Ayotzinapa y el cambio definitivo[Parte II/III]
El miedo real (y el ficticio) hacia López Obrador y
morena
Existen dos tipos de miedo en relación a Andrés Manuel López
Obrador extensivos al partido político morena, uno de esos miedos es real y el
otro ficticio. El miedo real es el que ostenta la clase político-empresarial,
aquella que desde hace una década viene realizando esfuerzos conjuntos para
impedir que Andrés Manuel López Obrador obtenga la Presidencia de la República,
utilizando para ello todo tipo de métodos: legales e ilegales, institucionales
e informales, públicos y privados, abiertos y encubiertos. La capacidad de
organización, el poderío económico e institucional y su casi ilimitado acceso a
los medios de comunicación masiva (prensa, radio y televisión) garantiza el
éxito de la clase político-empresarial en su campaña contra Andrés Manuel López
Obrador.
Esa clase político-empresarial entiende que el miedo real
que ellos ostentan no es compartido por la población en general, es decir, que
el Pueblo no comparte los mismos miedos de la clase político-empresarial contra
López Obrador, precisamente porque los intereses del Pueblo tampoco coinciden
con los de la clase político-empresarial, de allí que la clase político-empresarial
busque inocular, o sea, transmitir ese miedo suyo hacia la población en
general, en ello juegan un papel importantísimo los medios de comunicación
masiva, por ejemplo, el programa de televisa que motivó el presente comentario.
Clarificando, el miedo real de la clase político-empresarial
hacia Andrés Manuel López Obrador y hacia el partido político morena tiene
relación directa con sus intereses particulares. Saben que un gobierno
encabezado por López Obrador, o por el partido político morena, atentaría
contra sus intereses político-empresariales, lo saben del mismo modo en que
saben cómo fue la gestión de Andrés Manuel al frente del Gobierno del Distrito
Federal, baste recordar un caso muy sonado: el paraje San Juan, donde mediante
un juicio fraudulento convalidado por un juez se pretendió robarse el dinero
público del Distrito Federal, algo que Andrés Manuel no permitió, sin embargo,
para esa clase político-empresarial evitar el robo del erario es irrelevante,
lo relevante para ellos es que Andrés Manuel estaba incumpliendo con una orden
judicial, aunque dicha orden estuviera basada en un monumental fraude (a la ley
y a las instituciones judiciales); la clase político-empresarial habría
preferido el robo del erario, no es casual que detrás del juicio fraudulento se
encontrara un “empresario” y un juez corrupto.
Andrés Manuel López Obrador desde su cargo público al frente
del Gobierno del Distrito Federal defendió el dinero del erario, ejecutó obras
públicas gratuitas (hospitales, segundos pisos, preparatorias, la Universidad
de la Ciudad de México, etc.) y llevó a cabo programas sociales que luego
transformó en Ley de la Ciudad, todo lo cual está en consonancia con los
intereses del Pueblo, pero no con los intereses de la clase
político-empresarial que lo adversa, estos últimos habrían preferido obras y
servicios públicos privatizados, donde se utilizara el dinero público para
beneficios particulares, donde lo público no fuera gratuito y se permitiera el
cobro de cuotas para beneficio particular. En todos aquellos casos en que la
iniciativa privada participó en conjunto con el Gobierno del Distrito Federal
durante la gestión de Andrés Manuel López Obrador hubo un principio que primó:
la legalidad, lo que implicó en todos los casos la transparencia y la rendición
de cuentas, siempre a beneficio público/social encima de cualquier beneficio
privado/particular, tampoco es casual que el segundo piso de López Obrador sea
gratuito ni que los proyectos de mayor envergadura fueran vigilados por
consejos ciudadanos autónomos.
Todo eso que Andrés Manuel López Obrador demostró ser, es lo
que causa miedo a la clase político-empresarial que lo adversa, precisamente
porque ellos no están acostumbrados a beneficiar al Pueblo sin beneficiarse
primeramente ellos mismos a costa del erario; tampoco están acostumbrados a la
legalidad ni a la transparencia, prefieren el sistema del Grupo Higa: favores a
cambio de proyectos pagados a altísimos costos de sobreprecio, puros beneficios
privados con dinero público. Prefieren “el moche”, “el diezmo” y el fomento a
la corrupción para obtener máximos rendimientos en vez de someterse a rigurosos
procedimientos legales, de control de calidad y transparencia en el uso de los
recursos públicos. Ostentan privilegios políticos y económicos que temen perder
una vez que Andrés Manuel López Obrador o el partido político morena lleguen a
la Presidencia de la República, por ejemplo, los beneficios que obtienen por la
asociación con empresas privadas de las que son accionistas, socios,
beneficiarios, miembros de sus consejos de administración, etc. Saben que
Andrés Manuel López Obrador no permitirá aquello que algunos denominan
eufemísticamente como “capitalismo de cuates”, hoy en boga en todos los niveles
de la administración pública, pero poco factible bajo una administración lopezobradorista.
Este es el contenido real del miedo efectivo a López Obrador: el temor de la
clase político-empresarial a perder privilegios económicos mal habidos.
La clase político-empresarial que adversa a López Obrador no
puede revelar el contenido de su miedo, por ello recurren al estatuto
ideológico del “populismo” para transmitir su miedo a la población en general.
En esta tarea de inoculación del miedo utilizan como vehículo los medios de
comunicación masiva: prensa escrita (periódicos y revistas), radio, televisión
(abierta y privada), y también el internet (páginas y redes sociales). Sin
embargo, el contenido de los mensajes contra Andrés Manuel no se limita a
explotar los equívocos del estatuto ideológico del “populismo” sino que
incluye, también, exageraciones, falsificaciones y viles mentiras sobre la
actividad política de Andrés Manuel López Obrador, en suma, crean e inoculan un
miedo ficticio.
Para lograr la inoculación del miedo ficticio entre el
Pueblo, la clase político-empresarial, tiene que proceder del siguiente modo:
primero, tienen que convencer que los intereses de la clase
político-empresarial y los del Pueblo son esencialmente los mismos, logrado
esto, mediante la publicidad y la propaganda, se logra confundir al Pueblo en
la idea de que la clase político-empresarial no es la clase dirigente sino que
es parte del propio Pueblo, sólo entonces se echa mano del “populismo”
(irresponsabilidad económico-financiera, irresponsabilidad
político-institucional, autoritarismo y antidemocracia); si ello no fuera
suficiente, ahora se intentará poner todo patas arriba, es decir, se intentará
identificar, o mejor dicho, igualar a Andrés Manuel López Obrador y al partido
político morena con la misma clase político-empresarial que los adversa.
Llegados a este punto, la clase político-empresarial es ahora parte del Pueblo
mientras que Andrés Manuel López Obrador y el partido político morena ya no son
Pueblo sino que ahora son parte de la clase político-empresarial.
Los medios de comunicación masiva se encargan de
descontextualizar, exagerar y falsificar cualquier acción, expresión, gesto o
palabra para desautorizar, denigrar, descalificar y deslegitimar, reforzando
así la confusión del Pueblo respecto de Andrés Manuel López Obrador y el
partido político morena. Reconozco que ésta campaña tiene mucha eficacia, tanto
por su simpleza, como por la amplitud de su difusión, muchas personas, incluso
entre quienes son favorables a la izquierda política, han internalizado algunos
de los postulados de la campaña contra Andrés Manuel López Obrador. Es aquí
donde entra al escenario el movimiento por Ayotzinapa.
Antonio Degante
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