morena, Ayotzinapa y el cambio definitivo[Parte III/III]


Ayotzinapa, boicot electoral y morena

En el pasado fueron los abstencionistas, hoy es el boicot electoral. El movimiento social que creció en torno de Ayotzinapa hace bien en desconocer la legitimidad del gobierno de Enrique Peña Nieto. También aciertan en su crítica a la clase político-empresarial corrupta, que no sólo posibilitó la desaparición forzada de los 43 jóvenes estudiantes de la escuela normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero sino que además la aplaude, por ejemplo, cuando esa clase político-empresarial acusa a la escuela normal de ser un semillero de guerrilleros, o cuando dice que los 43 jóvenes podrían estar ligados con el crimen organizado, también, cuando dicen que la exigencia de los padres de los 43 jóvenes estudiantes es un mero pretexto político.

El movimiento por Ayotzinapa, también está en lo correcto y tiene razón cuando se organiza como Pueblo para satisfacer las necesidades que la clase político-empresarial no quiere o no puede cumplir, por ejemplo, el conocimiento exacto sobre el paradero de los 43 jóvenes estudiantes o la existencia de un gobierno auténticamente representativo. Pero, la situación se torna compleja cuando nos referimos a las formas, los medios que han de utilizarse para lograr la satisfacción de las justísimas demandas populares.

La coacción legítima no es la violencia sino el uso de la fuerza popular contra el aparato represor del Estado (la policía y el ejército). Otra forma ostensible de coacción legítima está presente en el fenómeno de las policías comunitarias en su lucha contra el crimen organizado. Sin embargo, cuando la coacción legítima se utiliza, no contra el aparato represor del Estado ni contra el crimen organizado sino, contra la población en general, se torna en violencia. La toma de una oficina pública o de gobierno puede ser una forma de coacción legítima. La destrucción de bienes públicos es mera violencia estúpida. La toma de una caseta de peaje puede ser coacción legítima. La destrucción de vehículos utilitarios es mera violencia estúpida. El boicot organizado contra el consumo de productos determinados puede ser una forma de coacción legítima. La destrucción de propiedad privada es mera violencia estúpida. La formación de gobiernos populares autónomos es máxima expresión del poder popular. La destrucción de casillas el día de la jornada electoral será mera violencia estúpida.

Un auténtico boicot a las elecciones no significa que grupos diversos y dispersos impidan, aún por métodos violentos, la instalación de casillas y la emisión de votos. Un verdadero boicot electoral implica parar toda la maquinaria electoral desde el INE, pasando por el organismo electoral local, las juntas locales y distritales, los consejos electorales municipales, los consejeros y vocales electorales, los supervisores y capacitadores electorales, los funcionarios de casilla, hasta llegar a los votantes. No sólo mediante la coacción legítima en la forma de toma de oficinas públicas sino, sobre todo, con la participación activa y masiva en el boicot por parte del propio Pueblo. El Pueblo no deberá ser coaccionado a la no participación sino que el propio Pueblo decide no participar ayudando a detener la maquinaria electoral (desde el INE hasta el sufragio), pero además y esto es lo más importante, ese mismo Pueblo organizará alternativa y paralelamente la formación de Gobiernos Populares Autónomos electos mediante métodos de democracia directa: Asambleas Populares en todos y cada uno de los municipios, poblados y comunidades, distritos electorales y, eventualmente, en Guerrero y todos los Estados que se sumen al boicot.

Resulta evidente que la realización efectiva de un verdadero boicot implica un grado de organización superior al del propio movimiento por Ayotzinapa y, aún muy superior, al del propio gobierno. Algo que, en el actual estado de cosas, es notoriamente imposible. Pero el movimiento por Ayotzinapa lejos de renunciar a sus objetivos estratégicos, debe trazarse un programa táctico de mínimos. Ese programa de mínimos no debe consistir ya en el boicot electoral generalizado sino en la factibilidad diferenciada, es decir, en aquellos lugares en los que el grado de organización y participación popular lo permita, y sólo en dichos lugares, deberá procederse a la formación de gobiernos populares legitimados por Asambleas Populares, apuntalados por el grueso del movimiento. En cambio, en aquellos lugares donde sea factible la formación de una alianza táctica político-electoral deberá echarse mano del partido político morena, pues no cabe duda de que es el único partido político cuyos integrantes se han pronunciado decididamente a favor del movimiento por Ayotzinapa. Esa alianza táctica político-electoral, para que se torne estratégica deberá ser de largo aliento y trabajar conjuntamente con los gobiernos populares que se hayan logrado. morena deberá llevar el mensaje de Ayotzinapa a todos aquellos lugares donde la organización popular esté por encima de la propia organización de morena y, viceversa, los movimientos populares deberán robustecer (sin someterse) a la organización de morena en aquellos lugares donde ésta última tenga más fuerza que los movimientos.

Tildar al partido político morena y al político Andrés Manuel López Obrador de ser la misma clase político-empresarial que se combate es caer en el error, además de que facilita el trabajo destructivo de la clase político-empresarial contra dicha alternativa política. Ni morena ni los movimientos sociales por sí solos pueden vencer a la clase político-empresarial, la que, sin embargo, no duda en coaligarse cuando se trata de destruir a los movimientos sociales, y especialmente, a sus expresiones políticas como morena.

Internalizar la ideología de la clase político-empresarial, tanto contra morena como contra los movimientos sociales en general, posibilita el sectarismo y la atomización del Pueblo. El cambio definitivo sólo será posible cuando el Pueblo adquiera consciencia de sí mismo y de las diversas expresiones de su lucha. Ayotzinapa y morena son expresiones de luchas populares que no son antagónicas entre sí, sino formas diversas de una misma lucha, la del Pueblo contra la clase político-empresarial dominante. El Pueblo es más que Ayotzinapa y morena, pero ellas son sus partes constitutivas, ellas son los ojos, las manos, los pies, los nervios, el cerebro del Pueblo, deben luchar junta, conjunta y coordinadamente bajo la base de un programa táctico de mínimos y de un programa estratégico de máximos, debiendo identificar plenamente al enemigo del Pueblo: la clase político-empresarial dominante. Queda mucho trabajo por hacer, este breve comentario es apenas un tímido intento por articular dos diversas luchas del Pueblo: Ayotzinapa y morena, sólo así llegará el cambio definitivo.

Antonio Degante

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Porque querer someter al resto de los ciudadanos de nuestro país, todos tenemos los mismos derechos, y libertad de expresión, libertad de elección, el movimiento por la búsqueda y esclarecimiento de hechos de los 43 normalistas a perdido bastante credibilidad, creo que para algunos de nosotros ya es nula y vemos otras intenciones con este movimiento, el pensar diferente a los demás no es motivo de sometimiento o que no es eso lo que tanto pelean estas personas, no todos compartimos su ingenua idea de boicotear elecciones, es un derecho el que tenemos para elegir quien gobierne nuestra comunidad, estado y país, nadie absolutamente tiene derecho a quitarnos esa libertad de elección, era una buena causa hasta llegue a creer que de verdad había posibilidades de encontrar a los jóvenes normalistas, pero ya no existe esa posibilidad, ante los vínculos de la delincuencia organizada y la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, ya no hay esperanza alguna ni credibilidad.

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