AMLO sin plumaje o los cuentos de Turrent




La importancia política de Andrés Manuel López Obrador es, hoy, tan obvia como en 2004; si bien ha tenido momentos de repliegue táctico, no ha dejado de permanecer constante desde el desafuero, por eso se equivocan quienes alegan que hubo momentos en que López Obrador se encontraba en la “nada” de la política (me refiero especialmente al conductor del principal programa de opinión del canal forotv de televisa, Leo Zuckermann, quien en una columna en el periódico Excélsior afirma que en algún momento López Obrador se encontraba en el olvido, léase: derrotado políticamente). Para quienes hemos seguido el largo proceso de construcción del partido político morena, no es ninguna sorpresa la vigencia política de AMLO, ella nunca se fue, se mantuvo inmutable a pesar de tenerlo todo en contra, lo cual nos habla de la persistente e inquebrantable convicción de López Obrador.

Aunque la importancia política de López Obrador se encuentra plenamente vigente, corresponde a la Historia, no a los “intelectuales” del statu quo, dar los criterios para juzgar si la obra político-social de AMLO se encuentra o no a la par de aquella que desarrollaron personajes de la talla de Gandhi, Luther King o Mandela quienes, sin duda alguna, también fueron acusados de locos y peligrosos para sus países durante el tiempo en que fueron activos; no debemos olvidar que Gandhi mandó al diablo a la institución imperial británica logrando la independencia de la India, Luther King mandó al diablo la institución racial estadunidense logrando el fin de la segregación racial (hoy aparentemente de regreso en aquel país) y Mandela mandó al diablo las instituciones del apartheid logrando la unidad Sudafricana. 

Lo insultante no es que López Obrador se compare analógicamente con determinados personajes históricos, me refiero ahora a la idea que sostiene Isabel Turrent (publicada en el diario Reforma y luego reproducida en la revista Letras Libres vinculada a televisa), lo verdaderamente insultante es que Turrent asuma el papel de la Historia en el juicio a López Obrador, como insultante también es, que Turrent pretenda invertir el orden de los hechos o simplemente falsificarlos con tal de desacreditar a López Obrador.

México enfrenta múltiples problemas, pero la multiplicidad no es sinónimo de complejidad, menos aún, cuando analizados esos múltiples problemas se llega a la conclusión de que son síntomas de un problema de fondo, es decir, son expresiones ostensibles (mera apariencia) de la cuestión esencial que subyace en cada problema. En el análisis de López Obrador, bastante más profundo que lo alegado por Turrent, lo esencial en la multiplicidad de problemas que enfrenta México se encuentra en la corrupción generalizada y, en especial, en la corrupción político-gubernamental.

López Obrador tendría que escribir un libro bastante grueso para contestar a la superflua “crítica” de Turrent, a manera de hacer explícitos los modos (general y particulares) en que la corrupción produce situaciones de hecho que afectan e inciden en los temas de la pobreza, la inseguridad y la violencia, aunque sería muy difícil lograr que Turrent pueda leerlo, ya que ella misma reconoce que descarta de antemano cualquier propuesta del político tabasqueño. Debo reconocer que cuando se descartan de antemano las propuestas de López Obrador, no se hace por pereza mental sino por mera aversión al personaje.

Es falso que parte de las bases de apoyo de López Obrador se encuentren entre los “radicales” que promueven la violencia como medio para lograr lo que sea, incluso evitar elecciones; la falsedad de esta afirmación se demuestra por la sistemática ausencia de conductas violentas en todos y cada uno de los actos públicos de López Obrador desde el desafuero hasta la fecha, asimismo, la falsedad de la afirmación de Turrent sobre las bases de apoyo de AMLO se demuestra por el hecho mismo de la existencia del partido político morena, institución legalmente constituida cuya participación se da por la vía formal-legal-democrática y pacífica, misma que López Obrador ha reiterado como la única posibilidad para lograr sus objetivos. Precisamente, los hechos y la Historia demuestran que, lejos de constituir bases de apoyo, los “radicales” violentos son de los más férreos “críticos” de AMLO y morena, más parece que los “radicales” violentos exhiben una aversión similar a la de Turrent.

Hará falta retomar en otra ocasión a detalle las infundadas acusaciones contra López Obrador, basta indicar, por ahora, la manera en que el afán de denuesto lleva a invertir absurdamente los hechos, de tal forma que no es ya la realidad la que produce condiciones para la aparición (y éxito) del político López Obrador sino que es éste quien, de algún modo, va creando la realidad, ya no digamos la historia reciente de México. Así, la “atmósfera de pesimismo, temor y desesperanza” no se nutre con la miseria real, la violencia efectiva y la ausencia aparente de alternativas sino que son alimentadas por la mera existencia de AMLO. Del mismo modo, la polarización real de la sociedad no es ya producto de situaciones reales de injusticia, desigualdad objetiva o dominación político-económica cierta sino que es mero producto de las maquinaciones de AMLO. Como se ve, el odio (abierto o encubierto) contra López Obrador y su proyecto político arrastra hacia los más obscenos absurdos, y, con éstos sí que se nutren los enemigos del Pueblo.

Antonio Degante


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