¿Puede morena derrotar al PRI?
Sí.
Andrés Manuel López Obrador ha demostrado durante décadas
ser un político honesto y con conciencia social. Nunca han podido demostrarle
ningún acto de corrupción ni siquiera mínimo, aunque han sido muchas las
personas corruptas que han intentado aprovecharse de su nobleza, de allí que a
éstos corruptos se les denomine también con el nombre de oportunistas. A estas
alturas pocos pueden dudar de que a López Obrador lo mantienen vigilado las 24
horas del día incluso a través de personas muy cercanas a él, quizás hasta en
grado íntimo, pero ni así han encontrado un solo indicio aunque sea pequeño de
algo reprochable.
Algunos pretenden que Andrés Manuel López Obrador sea omnipotente
y omnipresente, a la manera de un dios, pues apenas se conocen las corruptelas
de algún oportunista y de inmediato se apela al nombre de López Obrador, queriendo
indicar así que Andrés Manuel, además de ser responsable de sí mismo, también es
responsable de todo aquello que por fuerza de lógica y naturaleza le es ajeno,
por ejemplo: las ideas y las acciones de los oportunistas corruptos que a veces
le rodean.
No, Andrés Manuel López Obrador no es ningún dios que tenga
potestad sobre la conducta de los corruptos que se aprovechan de él, o mejor
dicho, que se aprovechan de su imagen. Pero Andrés Manuel tampoco es un mesías
en el sentido teológico del término. Pero la palabra Mesías está bastante mal
comprendida en México, gracias a la ignorancia inducida desde los medios de
comunicación masiva.
La palabra Mesías alude a un rasgo positivo, se trata de un
libertador. Una persona cuya actividad se dirige hacia aquello que es bueno, es
cierto que se usa preferentemente en un contexto mítico-religioso, pero incluso
las referencias bíblicas al término lo ubican dentro de actividades
materialmente políticas aunque formalmente teológicas. Así, Andrés Manuel López
Obrador no es ni puede ser un mesías en sentido teológico, pero quizás con el apoyo
popular bien podría ser un Libertador en el sentido político.
Pero, finalmente, López Obrador no es sino el depositario de
una representación, precisamente la que le otorgan aquellos que confían en él.
Atención, fui explícito: no es una creencia basada en la fe o el dogma sino una
confianza basada en los hechos, precisamente en el desarrollo de su actividad
social y política. En López Obrador no se cree sino que se confía en su
trabajo. Precisamente su trabajo ha sido, es y será la Política, sin duda
alguna es un modo de vida en el que los esfuerzos de su actividad los dirige a
beneficiar a la mayor cantidad de personas posibles y por ello tiene
garantizado un lugar en la Historia.
Ahora bien, ¿cuál es el principal obstáculo de morena y
López Obrador? No es la fuerza del PRI sino la debilidad del movimiento popular,
su casi total ausencia de organización (articulación en torno a un objetivo común
y un método consensuado). Bien es verdad que existen múltiples formas de
organización paralelas, e incluso excluyentes, a morena, pero ninguna cuenta
con el respaldo masivo con el que sí cuenta Andrés Manuel López Obrador, esto
no quiere decir que sea mejor la vía electoral que las otras, simplemente
plantea los límites de posibilidad y de aquello que se llama factibilidad.
Es de sentido común, o sea, obvio, que cualquier forma de
organización social se desarrollará mejor bajo condiciones favorables,
positivas y progresistas que bajo las actuales condiciones de degradación; por
lo tanto, es necio alegar contra la posibilidad/factibilidad de un gobierno
aliado a los movimientos sociales en lugar de reforzarlo. La garantía, como
siempre, en el éxito o fracaso de la vía electoral que propone morena y López
Obrador radicará siempre en la mayor y mejor participación popular, la que, he
de reiterar, tiene que ser masiva y organizada o no será.
Antonio Degante
01/08/2015
Comentarios