La bestialidad sin límites del “estado islámico”


“estado islámico” es el nombre con el que se designa a la comunidad de fanáticos mercenarios y terroristas internacionales más visible del mundo. El “estado islámico” ni es Estado ni es Islámico sino una trasnacional de asesinos cuya base fundacional es el más recalcitrante fanatismo ideológico con fuertes rasgos mitómano/esotéricos que no religiosos, cuya práctica político-económica se reduce al asesinato, el despojo, el robo, la violencia y el tráfico de lo así obtenido, principalmente, petróleo. Otros nombres que recibe esta empresa son ISIS, ISIL, EIIL, EI o simplemente “estado islámico”.

¿Quién compra petróleo al “estado islámico”? ¿Quién le surte de armamento? Dado que su actividad comercial se realiza mediante el tráfico, no existen registros oficiales sobre quién y cómo adquiere el oro negro del EI; sin embargo, en cuanto al armamento, uno de sus abastecedores visibles es el gobierno de los Estados Unidos esto mediante “bombardeos humanitarios de precisión” con los que diversos lotes de armamento han sido entregados al “estado islámico”, aparentemente, sin contraprestación alguna de por medio, aunque para tales fines bien podría servir el oro negro que trafican.

¿Cuáles son las fuentes de financiamiento del “estado islámico”? Ya hemos señalado que trafican el oro negro que obtienen mediante el asesinato y la violencia, pero ¿cómo circulan los recursos monetarios obtenidos de su actividad comercial? ¿Existe acaso un banco del “estado islámico”? Esto me lleva a preguntarme, ¿cuál es la moneda de curso en el “estado islámico”? Imagino que no usan dólares, quizá la consideran “la moneda del infiel”. También me pregunto ¿quién abastece el sistema de comunicación y telecomunicación dentro de las imaginarias fronteras del “estado islámico”? ¿Quién proporciona al “estado islámico” el servicio de internet?

Me mueve a suspicacia el rápido crecimiento del “estado islámico” ante la mirada complaciente, por no decir cómplice, tanto de las Naciones Unidas como de los Estados Unidos (supuesto policía del mundo), máxime, cuando la trasnacional mercenario/terrorista de ISIS es (suponiendo que sea un estado) un estado colonialista y genocida, absolutamente contrario a todo el Derecho Internacional, ya no digamos, violatorio de todos los Derechos Humanos; por lo tanto, jurídica, política y éticamente reprochable, meritorio de todo el catálogo de sanciones para estos casos. Pero, curiosamente, la “Comunidad Internacional” se solaza admirando la atrocidad de la que el EI es capaz.

Ante tan conmovedora impunidad, el “estado islámico” exhibe una bestialidad sin límites. Cuando no se encuentra asesinando a periodistas extranjeros, lo que de suyo y sin ambages es gravísimo, se encuentra asesinando por igual a Islámicos, Cristianos y Ateos, no sé si también a Judíos u [de] otros credos religiosos. Pero, como es evidente, la barbarie del “estado islámico” no se limita a la supresión de la vida humana sino también a la supresión de lo inmaterial/cultural del ser humano, tal es el caso de la destrucción de vestigios de civilizaciones milenarias. Con el mismo espanto y horror que observo el asesinato de toda disidencia étnica o religiosa por parte del ELIL, observo el asesinato de la cultura humana milenaria en la destrucción de las piezas arqueológicas caídas en manos del EI, algo aparentemente incomprensible, a menos que se reconozca la real intención ideológica, que no es otra cosa que la instauración de una vil bestialidad sin límites.

¿Quién detendrá, y cómo lo hará, la bestialidad sin límites del “estado islámico”? Mientras Palestina soporta un plan sistemático de exterminio étnico y exclusión político/económica de ya más de 60 años ejecutado por Israel con apoyo irrestricto de los Estados Unidos; mientras Cuba sigue soportando un bloqueo económico inhumano de ya más de 50 años por parte de los Estados Unidos; mientras Venezuela lleva soportando más de una década de un embate político/mediático/económico internacional instigado por los Estados Unidos; mientras las provincias ucranianas de Donetsk y Lugansk soportan una guerra contra un ejército próximo a ser robustecido por Inglaterra y Estados Unidos; en fin que, mientras Estados Unidos y sus aliados continúan exterminando a pueblos enteros de distintos modos igualmente violentos, el “estado islámico” crece impunemente bajo las narices del mundo.

No resulta evidente, pero el “estado islámico” no es una anomalía histórica sino criatura del sistema-mundo capitalista, desarrollo necesario de una determinada ideología, síntesis y superación de criaturas igualmente funestas, una especie de nazismo en bruto teledirigido con propósitos abiertamente geoestratégicos. Adviértase de una vez, para no caer en absurdos reduccionismos, que la realidad del “estado islámico” es infinitamente más compleja que la indicada en este comentario cuya pretensión de validez se sustenta en hechos públicos verificables aún en curso.

Básteme señalar, nuevamente, el más profundo rechazo y oposición a la execrable criatura del sistema-mundo capitalista denominada: “estado islámico”, que ni es Estado ni es Islámico sino mera transnacional mercenaria terrorista de fanáticos mitómano/esotéricos, genocidas, inexorablemente capitalistas y reprochables jurídica, política y éticamente, por lo tanto, meritorio de todo el catálogo de sanciones, porque sin duda, el “estado islámico” no es sino la vil bestialidad sin límites.

Antonio Degante

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