Sionismo y “antisemitismo”
“Lo
que corrientemente es llamado […] antisemitismo en realidad incorpora tres
componentes principales: 1) exageración y mentira, 2) descalificación a la
crítica legítima de la política Israelí, y 3) la injustificada y previsible
extensión de las críticas a Israel hacia los judíos en general.”
Norman G. Finkelstein. Beyond
Chutzpah. 2005[i]
La negación del “Holocausto” es
precisamente un tópico sionista. Los científicos sociales cuando son serios
están imposibilitados para negar un hecho histórico empíricamente demostrable,
de lo contrario ni son científicos ni son serios. Sin embargo, es cierto que
existe un uso político-ideológico/propagandista del hecho histórico del
holocausto nazi, tal es la esencia del término “Holocausto” que así escrito con
hache mayúscula hace referencia a ese contenido político-ideológico de
propaganda. Entonces, cuando un científico social serio analiza y critica al
“Holocausto”, es decir al uso político de un hecho histórico, lo que está haciendo
en realidad no es negar el hecho histórico sino explicar o describir ese uso
político contenido en el término “Holocausto”.
Los hechos aunque se nieguen siguen siendo
reales, por ello es absurdo perder tiempo con las “escuelas negacionistas”,
sólo cuando aquellas son útiles a los fines político-ideológicos es que se les
alude. Tal es la forma de proceder del sionismo y su deriva filo-sionista. Para
éstos últimos es de suma importancia revitalizar la polémica con la “escuela
negacionista” del holocausto nazi a efecto de afirmar la importancia
(política-ideológica) del “Holocausto”. Sin embargo, en su proceder, tanto los
sionistas como los filo-sionistas incluyen dentro de la “escuela negacionista”
a la “escuela revisionista” del “Holocausto”.
La distinción entre la “escuela
negacionista” del holocausto nazi y la “escuela revisionista” del “Holocausto”
estriba en que la primera niega un hecho histórico empíricamente demostrable,
esto es, niega la existencia de una política de exterminio y limpieza étnica operada
por la Europa nazi; en cambio, la segunda, analiza y critica el uso
político-ideológico que el sionismo hace de un hecho histórico como fundamento
para sus propias políticas de exclusión y exterminio, particular aunque no
exclusivamente contra el Pueblo de Palestina. Cuando el sionismo y el
filo-sionismo son incapaces de responder a las objeciones de la “escuela
revisionista”, siendo insuficiente su confusión con la “escuela negacionista”,
recurren a la acusación de “antisemitismo”.
Del mismo modo que el “Holocausto”, el
“antisemitismo” tiene una función política-ideológica para el sionismo. Sin
embargo, el término “antisemitismo” es impreciso y equivoco desde este punto de
vista político-ideológico, precisamente, porque pretende hacer alusión a una situación
que únicamente existe en la imaginación de los sionistas y filo-sionistas, esto
es, la existencia de un supuesto odio étnico/religioso entre los críticos de la
ideología-política sionista. Pero, para que dicha acusación tuviera algún
éxito, sería necesario demostrar dos cosas que hasta el momento ni el sionismo
ni su deriva filo-sionista han podido lograr: primero.- demostrar que la
pertenencia étnica de los sionistas los vincula con los pueblos semíticos: los acadios
(asirio-babilónicos), los amorreos (ugaríticos, canaaneos, arameos, fenicios,
púnicos, hebreos, moabitas) y los árabes; segundo.- demostrar que el contenido
de la crítica al sionismo es de rechazo étnico y no político.
En realidad, dado que los sionistas no son
semitas es imposible que exista alguna especie de “antisemitismo” de contenido
étnico, de allí que la propaganda haya desplazado la cuestión hacia lo
religioso y, por ello, la acusación de “antisemitismo” en realidad se refiere a
un supuesto odio contra la religión judía, o mejor, contra los que profesan
dicha religión. Por cierto que la religión judía es tan criticable como
cualquier otra religión, pero al crítico del sionismo no le interesa el
contenido mítico-cultural del judaísmo como religión sino su deriva
ideológico-política: el sionismo, precisamente, el (mal)uso político de la
religión judía, por ejemplo, asumir que la política sionista es obra del “único
dios verdadero”, etc. En este sentido, el fundamentalismo (religioso) del
sionismo es tanto más grave que el “fundamentalismo islámico” por la real
capacidad destructiva del sionismo, baste recordar que el estado sionista de
Israel posee armas nucleares y uno de los ejércitos más sofisticados del
planeta.
Debido a que la crítica de la religión no
sólo es válida sino necesaria, aunado a la inexistencia del vínculo étnico en
la crítica al sionismo, la propaganda ha optado por difuminar el contenido del
término “antisemitismo” para hacerlo coincidir con una supuesta aversión
fanática u odio contra los “judíos”, lo cual es por lo menos inexacto cuando no
mentiroso. Y es que el término “judío” en su uso político/ideológico sionista
equivale a decir “persona de origen semita que profesa la religión judía”, lo
que no es verdadero por cuanto que las personas que profesan la religión judía
son mayoritariamente “indoeuropeos” arios y no semitas; además, la aversión
real al sionismo nada tiene que ver con el origen étnico mucho menos con la
religión de determinadas personas.
La aversión real a la ideología-política
sionista es resultado del desarrollo civilizatorio de tendencia universalista
cuya columna vertebral es el rechazo a todos los exclusivismos supremacistas
basados en la singularidad sea étnica, religiosa, política o ideológica. Dicho
de otra forma, el desarrollo de la sociedad mundial tiende a rechazar aquellas
prácticas que sobre la base de la superioridad étnica, religiosa, política o
ideológica excluyen la universal diversidad humana; de allí que sean igualmente
repudiables el nazismo y el sionismo, porque para el primero lo que prevalece
es la “raza” aria, en tanto que para el segundo lo que prevalece es la
“judeidad” (cualquier cosa que ello signifique) por sobre cualquier
determinación humana real o ficticia.
Así pues, el sionismo, por definición, es
contrario al universalismo humanista (antropológico), por ello, en la
instrumentalización de su ideología-política no tiene consideración ninguna por
los no-“judíos” (p.ej. el caso particular de los semitas Palestinos), pero al
mismo tiempo, el sionismo (al igual que el nazismo con el fascismo) es capaz de
formar alianzas con aquellas tendencias con las que presenta rasgos en común,
es el caso del colonialismo inglés y del imperialismo norteamericano (no es
casual que el primer ministro Benjamín Netanyahu haya ido a regañar al
presidente Barack Obama en el seno del Congreso de los Estados Unidos), pero
será en otro momento que retomaré los resultados de las aludidas alianzas de la
ideología-política sionista.
Antonio
Degante
[i] El excelente libro del DR. Norman G. Finkelstein, Beyond Chutzpah (Más allá del cinismo),
lleva por subtítulo “Sobre el mal uso del antisemitismo y el abuso de la
Historia”, precisamente lo que hace el sionismo: el (ab)uso político-ideológico
de los hechos para intentar justificar su política criminal y genocida.
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